EL CHASQUI JUDICIAL
Son las 12h00 del día y el sol que está en todo lo alto impacta inmisericorde, mientras él va saliendo del Complejo Judicial hacia algún lugar lejano al que debe llegar en tiempo pasado, revisando los últimos mensajes del chat de la oficina mientras camina (una habilidad que ha desarrollado con el transcurso del tiempo). Lo ves y sabes que trabaja para el despacho de un abogado, quizás una gran firma de las que alguna vez escuchaste hablar del amigo de tu amigo...
Lo reconoces quizás porque parece estar apurado; porque carga una mochila en donde se confunden los papeles del trabajo y de la “U” en desorden perfecto que solo ellos saben descifrar (son hackers); o porque viste terno bajo el sol y parece no experimentar sensación térmica alguna, aunque los hombros de su chaqueta no pueden disimular las heridas que le han ocasionado las inclemencias del clima... de la calle. Está esperando a febrero para ahorrar lo suficiente para su nuevo traje (me lo merezco, piensa).
Ellos, sin lugar a dudas, son el motor de todo el andamiaje judicial, se conocen la ciudad mejor que los transportistas, se saben todas las líneas de buses y sin saberlo han sobrepasado las leyes naturales que rigen nuestro universo porque saben estar en varios lugares a la vez y en ganarle tiempo al tiempo.
Todo su esfuerzo, dedicación y esmero van encaminados a un solo objetivo, empujar para ganar!
Él no lo sabe todavía, pero todo lo que está haciendo día a día le está forjando... caminarse la ciudad en medio día, impulsar los casos en todas partes en donde se les haya ocurrido construir una dependencia judicial, la incomprensión de los jefes, el gentil silencio que reprime su frecuente ira y frustración ante cierta gente intratable... todo, todo eso forma parte de la preparación que no está aprendiendo en la “U”.
Él es el Chasqui Judicial, un título que no todo el mundo ostenta, una verdadera maestría.